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Visión del anciano y del hijo de hombre

Mientras seguía mirando, pude ver cómo colocaban unos tronos y cómo se sentaba un anciano. Su ropa era blanca como la nieve, y sus cabellos parecían lana purísima. Su trono eran llamas, y las ruedas que lo sostenían, fuego ardiente. 10 Por delante de él manaba un río de fuego. Le servían miles y miles; sus asistentes se contaban por millones. El tribunal se sentó y fueron abiertos unos libros.

11 Yo seguía mirando, asustado por las palabras insolentes que profería el cuerno. Entonces vi que mataban a la bestia, troceaban su cuerpo y lo arrojaban al fuego.

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